
OLVíDATE DE ESO
Artículo de Barbara Spencer.
Traducción de Elena Blanco-Suárez.
En medio de la vorágine de estudiar para los exámenes finales, olvidar es el enemigo. Uno puede recordar fácilmente la letra de su canción favorita de los 90, pero el nombre de los 12 nervios craneales le rehúye. A menudo creemos que olvidar es patológico. Nos frustramos ante el familiar fenómeno de tener algo “en la punta de la lengua” y en casos extremos, ante los devastadores efectos del Alzheimer y otras demencias que les roban los recuerdos a las personas. Pero casi siempre, olvidar en realidad es algo bueno – de hecho, ¡es esencial! Nuestros cerebros están inundados con las minucias de cada día y tenemos incontables experiencias que no recordaremos en los próximos días, semanas o años – ni aunque quisiéramos. Olvidar nos permite ignorar información irrelevante con el fin de codificar de forma apropiada y recordar las cosas importantes.
Para comprender cómo olvidamos, es necesario saber cómo recordamos. La habilidad para viajar atrás en el tiempo mentalmente a un evento concreto depende de tres niveles principales: codificación, consolidación y recuperación. Podemos ver el olvido como la incapacidad para recuperar un recuerdo guardado en el cerebro (se ha perdido porque no podemos encontrarlo, pero aún está ahí) o como que simplemente nunca se archivó.

Tras ver 2500 imágenes, los sujetos fueron capaces de recordar que objeto habían visto anteriormente cuando se les presento con otro objeto de una categoría nueva (novel) o similar (exemplar) e incluso cuando el mismo objeto estaba en una posición o estado distintos (state). Imagen adaptada de [1].
Una de las razones por las que resulta tan frustrante olvidar es porque nuestro cerebro es capaz de recordar de forma vívida muchas cosas. Se ha demostrado a través de la investigación de que la gente no solo es capaz de recordar miles de imágenes, si no que pueden hacerlo con gran detalle. En un experimento, los sujetos vieron 2500 imágenes de objetos para luego identificar cuál habían visto en una pareja de objetos en el que uno era un objeto de una categoría novel y el otro un objeto nuevo pero parecido. De forma sorprendente, los sujetos fueron capaces de recordar de manera precisa que objeto habían visto previamente cuando se comparaba con el mismo objeto pero en un estado diferente [1]. El problema es que los sujetos podían comparar dos fotos – el objeto viejo y el nuevo – una al lado de la otra. Normalmente, no tenemos ese lujo en la vida real. No se te dan dos listas cuando estás tratando de recordar qué necesitas del supermercado. La buena noticia es que esos recuerdos puede que aun estén ahí incluso cuando crees haberlos olvidado.
En otras ocasiones simplemente no archivamos esa información. ¿Por qué? Piensa en un centavo. Quizás te sientes afortunado por haber encontrado uno con la cara hacia arriba en la calle. Quizás lamentas su existencia, considerando que su producción es más cara que su valor. Pero de una manera u otra, estoy segura de que sabes la pinta que tiene, ¿verdad? Adelante; elige la versión correcta de los que se presentan a continuación.

¿Cuál de estos quince dibujos de un penique es correcto? Menos de la mitad de los sujetos del estudio original acertaron [2]. (Respuesta al final).
Puede que te sorprenda la dificultad de la tarea. Es uno de los varios experimentos de una serie destinados a determinar nuestra habilidad para recordar las características visuales de objetos comunes. Nickerson y Adams [2] vieron que la mayoría de los sujetos no fueron capaces de reconocer la versión correcta de entre una serie de falsificaciones. ¿Por qué? Lo justificaron como que no hay una razón funcional para conocer dichos detalles. Y es que solo necesitas saber el color del centavo para reconocerlo cuando te dan el cambio.
Es interesante como el proceso de olvido no es el mismo que el fracaso al formar un recuerdo. Estudiando el rendimiento de gusanos en una serie de tareas de aprendizaje y memoria, los investigadores descubrieron que el gen msi-1 regula activamente el proceso de olvido [3]. Esto junto a los resultados de otros estudios [4, 5] sugiere que olvidar no es un proceso pasivo sino que múltiples rutas – cada una formada por una serie de acciones entre las moléculas de las células – se encuentran “induciendo activamente la descomposición de los recuerdos” [3]. Los autores mantienen que olvidar es necesario para adaptarse con éxito al ambiente y que junto a la adquisición y almacenamiento de la información es un producto del proceso de aprendizaje. Es más, el investigar estos cambios moleculares a través de la adquisición de la memoria, la consolidación y el proceso de olvido puede ayudarnos a comprender cómo se desequilibran, lo que puede proporcionarnos nuevas pistas y llevarnos a descubrir nuevos objetivos de tratamiento en trastornos de la memoria.
Incluso el acto de recordar puede llevar al olvido. Parece contradictorio, pero cuando recordamos algo se cree que un mecanismo adaptativo de olvido se pone en marcha para evitar cualquier distracción – que viene de otros recuerdos- que pueda interferir con la recuperación de ese recuerdo. La actividad en el córtex prefrontal – activo durante comportamientos orientados a alcanzar una meta – acalla los patrones neurológicos de recuerdos anteriores subyacentes, lo que induce el olvido [6]. Todos somos conscientes de la dificultad de concentrarnos cuando varias cosas están llamando tu atención – como cuando uno intenta enviar un mensaje mientras conduce (en serio, dejad de hacer eso. Si crees que eres bueno haciendo varias cosas a la vez, probablemente no lo eres). De la misma forma, la información compite por nuestra atención y puede interrumpir cuando estamos tratando de recordar algo, por eso mantener las distracciones al mínimo bajando el volumen de las neuronas ruidosas que están representando esa otra información puede ser adaptativo.

Adaptado de la imagen de _DJ_ en flickr
Pero, ¿podemos olvidar aposta? No como la información que guardas en la computadora, los recuerdos no pueden moverse a la papelera de reciclaje. Como ya mencionamos en un post anterior sobre la película Eternal Sunshine of the Spotless Mind (traducida como Eterno resplandor de una mente sin recuerdos en Latinoamérica y ¡Olvídate de mí! en España), los recuerdos con alta carga emocional que queremos olvidar – como el dolor que se queda tras una ruptura – parecen ser especialmente fuertes. Olvidar a la carta podría ser un recurso muy útil especialmente para aquellos que sufren de trastorno de estrés post-traumático. Estudios recientes sugieren que los recuerdos pueden ser revisados cuando son recordados, durante el proceso llamado reconsolidación. Como se explicó más detalladamente en un post anterior, a los ratones que han sido entrenados para asociar un tono con un shock se les puede borrar dicho recuerdo después de haberlo aprendido. De forma similar, se cree que drogas como el beta-bloqueante propranolol, normalmente utilizado para tratar condiciones cardiacas, podría reducir aspectos emocionales de estos recuerdos traumáticos y bloquear su reconsolidación [7]. Una prometedora revisión de la bibliografía que trata este tema sugiere que administrando propranolol tras un trauma puede llegar a reducir los síntomas de estrés post-traumático [8].
Si aún no estas convencido de la importancia de olvidar, considera la extenuante alternativa que sería recordarlo todo. Jill Price, el primer caso descrito de hipertimesia [9] o memoria autobiográfica altamente superior (HSAM en sus siglas en inglés) describe su experiencia así:
“Cada día es como una bolsa de basura. Y te vas a dormir, y te despiertas al día siguiente. Y es un nuevo día. Y puedes deshacerte de esa bolsa de basura del día anterior. Yo no puedo hacer eso. Tengo enormes cantidades de bolsas de basura apiladas por todos lados”.
—This American Life’s, episodio “In Defense of Ignorance”, April 2016
Estos recuerdos “imparables, incontrolables y automáticos” hacen que sea capaz de decirte que el domingo de Pascua de 1995 cayó en 16 de abril y que llovía, pero la increíble cantidad de tiempo que emplea recordando el pasado interfiere con su habilidad para vivir el presente [9]. Los investigadores creen que puede que haya una relación entre HSAM y el trastorno obsesivo-compulsivo de manera que las personas con HSAM refuerzan sus recuerdos a través de un ensayo obsesivo y habitual de sus vivencias pasadas [10] y señalan las similitudes en los cambios en la estructura cerebral de ambas poblaciones comparadas con los controles normales [11]. Mientras que Jill dice no estar celosa de los que son capaces de olvidar, casos como los de ella nos permiten reconsiderar la necesidad de olvidar para una memoria sana, y me deja pensando en que tengo que sacar la basura.
*El centavo correcto es A
Imagen del título: Kalvicio de las Nieves
Referencias
- Brady, T. F., Konkle, T., Alvarez, G. A., & Oliva, A. (2008). Visual long-term memory has a massive storage capacity for object details.Proceedings of the National Academy of Sciences,105(38), 14325-14329.
- Nickerson, R. S., & Adams, M. J. (1979). Long-term memory for a common object. Cognitive Psychology,11(3), 287-307.
- Hadziselimovic, N., Vukojevic, V., Peter, F., Milnik, A., Fastenrath, M., Fenyves, B., . . . Stetak, A. (2014). Forgetting Is Regulated via Musashi-Mediated Translational Control of the Arp2/3 Complex. Cell,156(6), 1153-1166.
- Shuai, Y., Lu, B., Hu, Y., Wang, L., Sun, K., & Zhong, Y. (2010). Forgetting is regulated through Rac activity in Drosophila. Cell,140(4), 579–589.
- Inoue, A., Sawatari, E., Hisamoto, N., Kitazono, T., Teramoto, T., Fujiwara, M., … Ishihara, T. (2013). Forgetting in C. elegans is accelerated by neuronal communication via the TIR-1/JNK-1 pathway. CellReports, 3(3), 808–819.
- Wimber, M., Alink, A., Charest, I., Kriegeskorte, N., & Anderson, M. C. (2015). Retrieval induces adaptive forgetting of competing memories via cortical pattern suppression. Nature Neuroscience Nat Neurosci,18(4), 582-589.
- Giles, J. (2005). Beta-blockers tackle memories of horror. Nature,436(7050), 448-449.
- Roque, A. P. (2015). Pharmacotherapy as Prophylactic Treatment of Post-Traumatic Stress Disorder: A Review of the Literature. Issues in Mental Health Nursing,36(9), 740-751.
- Parker, E. S., Cahill, L., & Mcgaugh, J. L. (2006). A Case of Unusual Autobiographical Remembering. Neurocase,12(1), 35-49.
- Leport, A. K., Stark, S. M., Mcgaugh, J. L., & Stark, C. E. (2016). Highly Superior Autobiographical Memory: Quality and Quantity of Retention Over Time. Frontiers in Psychology Front. Psychol.,6.
- Leport, A. K., Mattfeld, A. T., Dickinson-Anson, H., Fallon, J. H., Stark, C. E., Kruggel, F., . . . Mcgaugh, J. L. (2012). Behavioral and neuroanatomical investigation of Highly Superior Autobiographical Memory (HSAM). Neurobiology of Learning and Memory,98(1), 78-92.
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