
TÍO SYD Y SUS GUSANOS
Artículo original de Joydeep De.
Traducción de Elena Blanco-Suárez.
Cualquiera que haga investigación biológica utilizando un organismo modelo, especialmente aquel que utiliza un invertebrado, ha tenido que enfrentarse a cierto batiburrillo de incredulidad, cinismo y una cantidad incómoda de burla en las mentes de sus colegas al pensar en las pequeñas criaturas que utilizan para estudiar biología.
“Entonces, ¿estas moscas realmente tienen cerebro?”
“¿Qué quieres decir con que “duermen”?”
Incluso a día de hoy, tras décadas de investigaciones en biología fundamental usando moscas de la fruta y gusanos, estas cosas aún pasan.
No podemos imaginar cuán radical pareció la idea cuando a Sydney Brenner se le ocurrió establecer un nematodo, un gusano redondo de 1mm de longitud que vive en el suelo, como sistema para estudiar algunas de las preguntas más fundamentales en genética y biología molecular. Brenner, fallecido en Singapur el mes pasado, fue pionero en poner la biología molecular en el mapa como un camino prometedor para investigar los fundamentos de la biología.
Un organismo animal para un biólogo es prácticamente como una computadora para un programador. No es que estén interesados en estudiar ese animal en particular, si no más inclinados a hacer preguntas fundamentales que pueden responder con las herramientas de genética, fisiología y comportamiento que el modelo ofrece. Drosophila, la mosca de la fruta, ya había sido estudiada cuando Brenner se embarcó en su viaje con los gusanos. Para el, Drosophila era demasiado complicada. No quería reducir tanto como para estudiar bacterias y los gusanos resultaron ser un equilibrio razonable. Esos gusanos, llamados C. elegans según la nomenclatura científica, viven solo unos tres días, no cuesta mucho dinero criarlos, son transparentes, por lo que es posible ver bellos detalles anatómicos bajo el microscopio. Su aventura en “domesticar los metazoos” empezó a finales de los 60, llegando a alcanzar un punto muy satisfactorio en 1998 cuando C. elegans fue celebrado como el primer organismo multicelular con un genoma totalmente secuenciado. Sin duda alguna, esto fue un paso muy importante hacia el Proyecto del Genoma Humano que ocurrió a continuación. Su aventura guio a incontables laboratorios alrededor del mundo que indagaron en el uso de estos gusanos, iniciando nuevos laboratorios y proyectos que duraron décadas hasta el día de hoy; respondiendo muchas preguntas fundamentales en genética y fisiología y gradualmente, sobre neurociencia – “Creo que muchas de mis habilidades consisten en iniciar cosas… De hecho, es lo que más me gusta, el juego inicial. Y me temo que una vez paso ese punto, me aburro y quiero hacer otras cosas… Siempre me ha parecido interesante el traer proyectos hasta el punto en el que otros pueden tomar el relevo y desarrollar todos los pequeños trucos” escribió Brenner en su autobiografía.
Su entusiasmo con estos gusanos, incluso en las primeras etapas, fue visionario. En respuesta a E. C. Dougherty de la Universidad de California, Berkeley, que acababa de enviarle un lote de gusanos en 1963, escribió: “Es un organismo increíble”. Interesado en cómo tanto el esquema de desarrollo y el sistema nervioso se organizaban en un animal, se entusiasmó al encontrar un modelo que le permitió revolver esas preguntas con relativa facilidad y flexibilidad. De hecho, Brenner, junto a Nicol Thompson y John White, reconstruyó en la computadora un diagrama de la conectividad del sistema nervioso de estos gusanos. Brenner (con John Sulston y Robert Horvitz) también trazó el desarrollo de todas y cada una de las células de estos gusanos. Finalmente, el genoma completo del gusano fue secuenciado. Esos tres logros, los cuales podrían haber sido descritos en tres frases ordenadas cronológicamente, no solos han tenido un impacto enorme en el estudio de las neuronas, células y genoma, sino que también han revolucionado la forma en la que vemos los problemas biológicos. En 2002, Brenner, junto a Horvitz y Sulston, recibieron el premio Nobel de Fisiología.
Sin embargo, el interés inicial de Brenner en su vida académica no fueron los gusanos. Más bien fue moviéndose gradualmente hacia los gusanos para probar principios básicos moleculares a nivel de organismo. Su interés primario en biología molecular estaba profundamente moldeado en torno a la doble hélice de ADN, modelo que fue a observar justo después de salir a la luz. Este viaje a Cambridge fue una experiencia fenomenal tal como él recuerda, “La doble hélice fue una revelación; para mí todo adquirió sentido, y mi futura vida científica se decidió allí en ese momento”. El dúo Crick y Brenner se embarcó en un viaje para descifrar varios de los misterios en biología molecular, juntos e independientemente, primariamente catalizado por la doble hélice. Uno de esos empeños fue el código genético. Tripletes de bases de nucleótidos en el ADN fueron consideradas las unidades (Brenner los llamo codones que es la palabra aún utilizada a día de hoy) con las que se leía el mensaje genético. Lo que no estaba claro era cómo debían leerse, donde comenzar y si los codones se solapaban en el marco de lectura. Brenner teorizó que el código genético no solapaba ya que los códigos solapados producirían limitaciones en ciertos aminoácidos (los componentes de las proteínas) que esos tripletes se supone que codifican.
El descubrimiento del ARN mensajero, el puente funcional entre el ADN y los aminoácidos, es quizás el descubrimiento más significativo de Brenner. El ADN contiene el código genético, y un ribosoma fabrica la proteína. El ADN se encuentra en una estructura intracelular llamada núcleo, que se separa del citoplasma donde reside el ribosoma. Lo que conecta funcionalmente el ADN en el núcleo al ribosoma en el citoplasma era un enigma. ¿Cómo viaja el código genético desde el núcleo al ribosoma? El descubrimiento de Brenner mostró que el ARN mensajero estaba a cargo de esa tarea. Su biógrafo, Errol C. Friedberg escribió “En más de una ocasión, de hecho, dijo que estaba encantado de haber recibido dos premios Nobel – ¡sin haber recibido nunca el primero!”.
Brenner leyó “La Ciencia de la Vida”, de H.G. Wells, Julian Huxley y G.P. Wells durante sus años de formación en Ciencia y tal y como él mismo mencionó en varias ocasiones, esto tuvo un gran impacto en él. Más tarde, escogió un título para su autobiografía tremendamente similar: “Mi Vida en la Ciencia”, publicada en 2001. Su otra aventura narrativa fue una serie de columnas (Loose Ends, más tarde rebautizadas como False Starts) en Current Biology entre 1994 y 2000. Peter Newmark, editor de Current Biology, escribió “En aquel entonces parecía escandaloso que alguien tan ocupado como Sydney Brenner quisiera someterse al rigor de escribir una columna personal dentro de un plazo de entrega mensual”. Añade, “Nos equivocamos. Una vez Sydney se puso a ello, no se detuvo Mi trabajo era, como Sydney decía, ‘quitar frases engorrosas y vigilar que no hubiera palabras que pudieran llevar a denuncias de difamación y calumnia’”.
No tenía ninguna tendencia a endulzar sus palabras para hacerlas más fáciles de digerir, intentando construir criticismo que pareciera admiración disfrazada – ¡no! Nada de eso – era totalmente directo en cuanto a asuntos que le molestaban en la ciencia y la comunidad científica. Algunas de esas columnas podrían considerarse joyas de la escritura científica. No importa cuánto éxito tenía en el laboratorio, tenía muchas cosas que leer y decir y discutir fuera de él y era muy enérgico a la hora de hacerlo. En uno de sus Loose Ends en los que discute sobre algunas de las falacias de abordar problemas biológicos desde el punto de vista de la física teórica (lo cual estaba de moda por aquel entonces), escribió:
“Si tomase al Profesor Eugene Wigner (físico teórico) y lo descompusiera en partículas elementales, las probabilidades de que estas se reensamblasen formando el mismo Profesor Wigner, con acento y todo, serían cero y requerirían sin duda un milagro. Pero el Profesor Wigner y otros organismos biológicos no están hechos por condensación en una bolsa de partículas elementales, si no por un conjunto de procesos muy especiales, que por supuesto, siguen las leyes de la física pero no pueden fácilmente estar directamente derivados de ellas. El problemas con la física es que sus más profundos dictámenes son totalmente incomprensibles para todo aquel que no sea un físico, y mientras que esos dictámenes podrían ser totalmente ciertos, son bastante inútiles si lo que quiero es comprender Escherichia coli.”
Current Biology; Loose Ends, 1 de julio, 1997
También se dedicó a avasallar ciertos sectores de biólogos evolutivos y físicos teóricos que afirmaban haber hecho una contribución de impacto en la biología; en sus palabras, por un “proceso de escamoteo”.
“Lo que cuenta es el detalle, y cuenta porque es lo que la selección natural alcanzar algo. Queremos saber qué genes se desactivan y exactamente dónde y precisamente cuándo. Ver la selección natural como una especie de proceso de escamoteo que busca refugio en generalidades gloriosas cuando no puede resolver problemas, es la reflexión antropomórfica de nuestras propias insuficiencias.”
Current Biology; Loose ends, 1 de julio, 1997
Merece la pena mencionar que algunos de sus escritos eran menos venenosos y sensacionalistas; de hecho a veces dejaba de ser un provocador y convenía en compartir su sabiduría y consejos con sus colegas más jóvenes –
“Sobrevivir en la ciencia, y especialmente en biología, requiere algo más que tener una buena bibliografía. Lo más importante que puedes hacer es mantenerte desfasado. Las modas vienen y van y muchas veces vuelven de nuevo, es importante mantenerse medio paso por delante o medio paso por detrás. No importa cual elijas. A pesar de que puedas pensar que mantenerse por delante es mucho mejor, debería destacar que es mucho más difícil también; las modas van a alcanzarte casi seguro asfixiándote. En contraste, quedándote medio paso por detrás te da una vida mucho más tranquila y productiva. Puedes resolver todas las cuestiones que las hordas han dejado sin resolver. Por supuesto, en biología, a menudo se dice que una vez el principio está entendido, los detalles se pueden dejar para los demás. Lo he dicho yo mismo. Pero me doy cuenta que algunos problemas no se pueden resolver sin los detalles; el principio, aunque cierto, es vacuo”.
All the world’s a lab …and last, The survivor; False Starts, 15 de enero, 2000
Académico premiado, crítico franco, y mentor perspicaz, Sydney Brenner amo su trabajo y estaba obviamente en contra de jubilarse. Continuó investigando incluso cuando tenía que andar con un tanque de oxígeno por sus problemas respiratorios. Con su habitual ingenio, expresó lo mucho que odiaba las fiestas de jubilación y cómo quería seguir trabajando en otras cosas: “[…] que cualquiera que esté planeando una fiesta para mí ha de saber que preferiría un multiprocesador y un microscopio electrónico como regalos de despedida. Y ahora, si me permite, he de ir y buscar otro trabajo que hacer.” (A retiring fellow; Loose Ends, 1 de mayo, 1997).”
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